Rassegna storica del Risorgimento

Repubblica Romana. Spagna
anno <1999>   pagina <319>
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Espana y la Repùblica Romana 319
las propuestas del pretendiente cartista, adoptaron una actitud expectante. La decisión de Francia e Inglaterra de reconocer inmediata y solemnemente a la reina Isabel II, acabó por marcar un claro cambio en las alianzas espanolas. Ambos paises jugaron de forma alterna un importante papel en los asuntos internos de Espana, alternancia que se producia segun goberna-ran moderados o progresistas.
Los monarcas italianos rechazaron el testamento de Fernando VII, pos­tura que, en el caso napolitano, tue acompanada de una mi èva protesta formai, porque consideraba lesionados sus intereses. La actitud de Cerdena y Nàpoles, siempre bajo el denominador comùn del apoyo al Pretendiente cadista, adoptó formas completamente distintas. En el caso del reino pia-montés se trataba de un apoyo decidido, efectivo y discreto: entrega de cantidades; apoyo diplomàtico avalando y proteggendo las actuaciones de los emisarios carlistas; facilidades para la compra y transporte de armas, etc. Por el contrario, Fernando II se perdia en interminables parlamentos, al riempo que demostraba una absoluta inoperancia.
En 1834 el Gobierno espanol llevó a cabo una ofensiva diplomàtica, tras la que abandonó las lineas de comunicación abiertas con los paises que se mostraban reticentes hacia la soberana espanola. La nueva situación diplomàtica quedó sancionada con la firma del tratado de la Cuàdruple Aliarrza, que creaba una alianza liberal destinada a proteger el desarrollo del liberalismo en Europa.
La ruptura definitiva de las relaciones con los reinos italianos se pro­duco en diversos momentos del ano 1836. En julio de 1836, el Giornale del Regno delle Due Stalle publicaba un retrato del Pretendiente carlista, utili­zando el rfatamiento de rey de Espana. Un mes mas tarde, las Juntas revo-lucionarias surgidas en numerosas poblaciones espanolas lograban imponer a la reina Maria Cristina la proclamación de la temida Constitución de 1812. Ambos hechos determinaron la retirada de Embajadores, aunque no se produjo un salto cualitativo (el reconocimiento de don Carlos) en apoyo del bando anti-Iiberal, El monarca napolitano centrò sus esfuerzos en lograr una conciliación, mas que entre los bandos contendientes, en el seno de la Familia ReaL La evolución de la guerra impidió la solución negociada por los enviados napolitanos. Por su parte, la politica sarda se movla entre la defensa de la ideologia absolutista y la presión de los comerciantes, que habian visto lastimados sus intereses por la ruptura de las relaciones entre ambos paises. El Conde Solaro se mantuvo siempre firme en la primera opción, por lo que las relaciones no se restablecieron basta su desaparición politica.